El Mural de Escariche de Rufo de Mingo

  

 
 

El Mural de Escariche (Guadalajara) de Rufo de Mingo, parcialmente dañado, fragmentado, es uno de los murales más interesantes de la provincia castellano-manchega, porque representa el hombre, ser humano, clónico, repetitivo, como el ser trabajador, que lucha para salir hacia delante. 

Es el personaje emblemático por antonomasia de Rufo, en el sentido que lo presenta desnudo, tal cual vino al mundo, de cabeza notable, mirada si mirar, de fuertes extremidades superiores e inferiores.

Se trata del hombre común, el ser sencillo, cotidiano, totalmente adornado de su aura de ciudadano. Constituye el símbolo del ser humano corriente, que se encuentra caracterizado por una estética neutra, amorfa, viril, que afecta a su constitución física, dado que destaca por su musculatura, en toda su extensión. 

El mural, en líneas generales, posee un cierto glamour, una intencionalidad irónica, social, de compromiso, pero, también, no está exento de sensualidad, de interés lúdico, dentro de un posicionamiento expresionista sutil, que atrae a partir del color, intenso, pero controlado, a veces, incluso, insinuante.

El gran formato del mural le permite destacar la importancia que le da al hombre que representa, abarcando toda su extensión, elaborado sobre la base de un docudrama en varios capítulos.

Rufo de Mingo, miembro del Movimiento Caos y del Grupo Abanico, insertado de lleno en lo artístico en los tiempos de la Movida Madrileña, artista comprometido, se caracteriza por presentar una obra marcada por su preocupación biológica, orgánica, por la atención del ser hacia fuera, delimitando los derechos que le son negados, reivindicando su materialidad. 

Su actitud plástica se basa en defender lo social en un contexto político complicado, época en la que se realizó el mural. Artistas de los cinco continentes se concentraron en Escariche para llevar a cabo un encuentro mundial de creadores muralistas.

El creador castellano es un artista simbiótico, analítico, irónico, expresionista, social y sintético. Es simbiótico, porque analiza sincréticamente, cual visionario, indaga en los prolegómenos del laberinto, aquellos en los que todo es trascendencia. 

Es analítico, porque toda obra supone un ejercicio de análisis y crítica de la realidad, adoptando un posicionamiento determinado. 

Su ironía es contundente, porque va más allá de los límites de la insinuación, amplificando el escenario, aumentando la dosis de trascendencia de los elementos que intervienen, exagerándolos.

Es expresionista, porque desestructura y aumenta la pulsión de la realidad que aborda con determinación, dejándose llevar por los postulados deterministas. 

Además, es social, porque su obra se encuentra dentro del expresionismo alegórico, determinando sus alcances, yendo más allá de los límites. Una alegoría que interviene en la estructuración de los conceptos ideológicos en los que se fundamenta su creación, siempre en actitud crítica respecto de la realidad, a la que observa con decisión y actitud constructiva.

Por otra parte es poeta del silencio, porque se descubre como la fuerza que indaga sobre sí mismo, respecto de la distancia, al margen de cualquier ambigüedad. 

Aborda los instantes de los momentos, aquellos en los que la palabra deja paso a la imagen. 

No se intuye ni se describe, solo hay palabras y conceptos, frases y líneas expresivas, pero, como si existieran por sí mismas, en el torrente incandescente de la propia virtud que le impulsa a romper tabúes de la sociedad, yendo más allá de lo que le limita.

Todos somos la totalidad, somos aquel hombre musculoso que se mueve con determinación, dotado de sensualidad, de gesto muscular, de actitud en la actividad; aunque, en ocasiones, su protagonismo en el mural de Escariche es compartido. 

Esperemos que dicho mural se pueda recomponer lo antes posible, en el sentido de dotar a la obra de arte de su parte de alma que le han arrebatado. Porque dicha obra es la representación del yo perdido en la soledad del silencio, pero, también es la reafirmación de la vida, de la actitud de lucha ante la propia evidencia de su constatación.

 

 

Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte 

 


     

 

 

 

 

 

 

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