Sinfonía formal y alegoría de la
figura en la obra digital de Juan Pablo Pañella
La obra digital de Juan Pablo
Pañella (www.juanpablopanella.cl) presenta un acusado diálogo cromático, en el
que destaca, en primer lugar, la presencia de colores impactantes, fluidos,
ácidos, otros muy contrastados, porque lo que le interesa es potenciar el
entramado de formas que se convierten en abstracciones fluidas, geometrías o
figuras de personas.
Con la utilización de colores de gran personalidad, sin que tengan
necesariamente que ser armónicos entre sí, lo que pretende es transmitir a la
composición una imagen futurista, o, en todo caso, contemporánea.
Los rostros de sus personajes son geometrías, formas geométricas delicuescentes
que se transforman en caras, con detalles de un acusado matiz expresionista, que
destacan por su dinámica de matiz biológica.
Su elaborada evidencia expresiva, se basa en el discurrir constante, en la
simbiosis continua de formas que, en determinadas composiciones, se ve
incrementada por los efectos tridimensionales que les confiere a la composición.
En ocasiones nos abre las puertas de un mundo espacial, que se nutre de fondos
complejos, laberínticos, mientras que en otros momentos están vacíos, exhibiendo
composiciones alegóricas. En determinados instantes muestra una amalgama de
personas, seres humanos que se superponen unos con otros, formando estructuras,
a veces de aspecto tecnológico, como si se hubieran convertido en máquinas, de
confección avanzada, de aspecto singular, de cariz humano. Asimismo combina muy
bien las composiciones formales, las estructuras que van y vienen, que se
adentran en vericuetos específicos, que crean otras dimensiones, espacios
inventados, tridimensionales.
Hay una notable presencia de superposiciones, de formas que crecen en
perspectiva, que se conjugan combinándose, buscando diversas definiciones,
confeccionando un mundo alegórico que es fantasía pura.
Su obra es fantástica, algo surreal, pero marcada por la impronta del
neo-expresionismo, unas veces abstracto y otras de cariz figurativo, donde
rostros preocupados, o bien soñadores, caras directas, con actitudes sensibles,
captan los sinsabores de la existencia o los momentos álgidos. Todo lo que vemos
son personajes, seres que se encuentran en los vericuetos de la evidencia,
personas que disfrutan de la facilidad en contagiarse de lo sublime.
Lo real es la existencia de seres que son formas, que se dedican a reconocerse
en la materia, en la formulación diaria de la trascendencia de la
transformación.
No hay verdad, sino conjunto de verdades, instante a instante, fenómenos que
cuajan o no, pero que poseen un fondo de cariz humano. Fenómenos formales, que
son producto de la transformación constante de la materia.
Juan Pablo Pañella nos muestra con claridad la capacidad de la materia de
regenerarse continuamente, para ser ente, forma, geometría, ser humano, ingenio
espacial, máquina, avance tecnológico, vacío, salto cósmico, estructura
futurista, elemento discursivo de una visión compleja, que descansa en la
posibilidad de avanzar hacia la propia formulación.
Somos y seremos masa, densidad, pero también transparencia. De ahí que sus
personajes inventados, de rostro real, se conviertan en pura especulación, en el
sentido de ser menos matéricos, más livianos, dado que son parte integrante de
la misma materia. Es decir no hay sensación de peso, de premura, sino que exhibe
sus seres humanos específicos a través de la consecutiva serie de rostros que
son cosmos, planetas, satélites, formas.
Es un canalizador de formas, que son delicuescentes, singulares, casi como ser
lo que son, siendo lo complejo que fueron.
Apoya la densidad de la elegancia de la forma, hasta el punto que la fluidifica,
para obtener nuevas formas en otras composiciones. Nada es igual a nada, solo es
la consecuencia de lo sutil de la vida contenida en un átomo que se multiplica y
expande alcanzando diversos mundos, porque no hay una sola verdad, sino
múltiples caminos.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
