Roberto Benítez, los mundos enigmáticos de un expresionista singular

 

Abstracto, gestual, indaga en lo enigmático, en la pléyade de preguntas que lanza al aire en su catarsis sensorial. Gestos, espacios, cuatro obras en una, ocho obras en una, yuxtaponiendo los mundos existentes en la dinámica de lo recurrente, fomentada por el método automático, la descripción de lo inconsciente, la presentación escenográfica del subconsciente.

De repente, en su discurso plástico aparecen personajes, caras de seres que están ahí, pero, a la vez, se encuentran en la dinámica de lo sutil, insinuado. 

Abstracción, culto a la materia del pigmento, el color como antesala de su capacidad de percibir otros mundos, de trascender en lo inmaterial del espacio. En el espacio todos los tiempos, no hay una curva tan solo, sino

múltiples curvas, que le transportan a diferentes realidades, que le sumergen en ambigüedades sutiles, en estadios de la conciencia inimaginables. 

Se trata de ir más allá de lo sugerente, porque lo que existe es lo que no se ve, lo que nuestra mente percibe. 

La mente es infinitamente grande, sugerente, porque está en continuo crecimiento, dado que es energía. De ahí que su obra sea como un libro complejo, llena de llaves que abren puertas al espectador más minucioso, pero, también, le hace reflexionar con respecto a su trascendencia. Es un claro exponente de obra expresionista abstracta, que encierra personajes alegóricos, que se permite la ocurrencia de ir indagando en los mundos que realmente intervienen en los procesos psíquicos. 

Canaliza otros mundos a través de la descripción automática, sometiéndose a un proceso febril, de creación directa, potente, en un estado en el que se convierte en canalizador de ideas, sentimientos, que transmite a través de su pintura durante horas, envolviéndose en singularidades, en perspectivas que van más allá de la descripción, sino que profundizan en el interior del tiempo, olvidándose del tiempo, superando el espacio, entrando en otras facetas de la existencia, en la que se entrecruzan las energías, en la que la materia no se ve como tal, sino polos energéticos que representan seres, objetos, pensamientos, ideas, sugerencias, actitudes, formas de ver la realidad hasta sus últimas consecuencias.

Existimos en base a la configuración de la materia, pero, también a partir de la constatación de la existencia de luz, de los haces lumínicos que nos acompañan en la dinámica del devenir, que superan ambigüedades. De ahí que sus obras cambien según zonas, ángulos y posición, y, sin embargo, sea la misma obra. Son pinturas dentro de pinturas, zonas cromáticas con gesto, que evidencian otros gestos, que son seres, haces de energías sutiles o determinantes en la danza de las danzas de la trascendencia. Capta espíritus, que son haces de corriente lumínica, energías desbordantes y desbordadas que superan los cánones de lo establecido, porque se muestran al espectador.

Su obra es un nuevo aporte a la pintura contemporánea actual porque se basa en su capacidad de evocar trascendencia a partir de la energía existente pero sin caer en sutilidades ambiguas.

 

 

 

Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte 

 


     

 

 

 

 

 

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