Del 16 al 30 de noviembre de 2004 en el Palacio de Congresos de Madrid
La transformación energética en el instante del momento en la obra de Pujol Grau
Momentos, instantes, segundos, milésimas de segundo. Siempre momentos, que reflejan aquellos segundos que ascienden y descienden por la llama de la comprensión del cambio.
Es frecuente vislumbrar cambios de estado físico y químico, tanto en los centros y laboratorios especializados como siendo un buen observador de la dinámica de la propia existencia.
La transformación es constante en la propia particularidad de instantes que componen la fluidificación de la evidencia del vivir. En relación a una cualidad de nuestra existencia entendida como llave que permite investigar otros mundos. De ahí que la teoría del instante se haga realidad, convirtiéndose en insondables momentos eternos.
Un instante que, según la dimensión en la que nos hallemos, puede significar un complejo mundo, una continuación de ritmos y sucesión de segundos, unos más complejos que otros.
Hay momentos que se encierran en sí mismos, que poseen la particularidad de ser momento tal cual, pero hay otros que desarrollan la particularidad de ir mucho más allá de sus limitaciones habituales. Es decir que se convierten en mundos insondables, que poseen otras características que las propias del instante. Pero ello es así, según los baremos de medición que se empleen.
Los deportistas de la serie de Pujol Grau, elaborada en técnica mixta, expuesta en el Palacio de Congresos de Madrid en 2004, expresan una trascendencia en sí mismos, es decir que se enmarcan en discursos que oscilan desde niveles vibracionales espectaculares e instantáneos a otros menos espectaculares pero igualmente eficaces y profundos.
Su estudio del momento, es decir del cambio, en el instante en que se produce la variación, supone estar muy atento, poseer una mentalidad científica, pero, a la vez, una visión artística de la existencia.
El creador multidisciplinar catalán, filosofa, enfocando su obra hacia la espectacularidad de la acción, pero, siempre considerando el tiempo, enmarcándola es espacios determinados, pero, asimismo, permitiéndole ser libre, sin encadenarla en eficientes determinismos. Por consiguiente busca la expresión del azar, la intervención del azar en la propia turgencia del cambio.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
