Los destellos del Dimensionalismo de Francisca Blázquez
NUEVA
YORK, JADITE GALLERIES - AÑO 2005.
Francisca Blázquez, artista madrileña multidisciplinar, ha generado una nueva concepción universal de la geometría, que surge de lo más profundo del creador plástico, interesándose por indagar en el interior individual para obtener la iluminación y poder crear con determinación, ayudada por su gran imaginación y sus dotes para la fantasía. No se apoya en teorías intelectuales, sino que su obra surge de la meditación, del trabajo constante, del abandonarse a la reclusión del alma, para ir a la velocidad de la luz hacia las zonas complejas donde reside la mente subconsciente universal de todas las épocas, las que han sido, las que son y las que serán.
Trabaja dentro del espacialismo, un medio en el que deja al margen el tiempo, por lo tanto se sumerge en los prolegómenos de lo intemporal, del espacio como paraíso en el que no hay negatividad y de ahí que sus formas sean avanzadas, basadas en hexágonos, octógonos, poliédricas, además de las clásicas pero presentadas combinadas entre sí. Con el círculo como bandera, medio formal de expresar la perfección, conecta con la verdadera espiritualidad, la que, en ocasiones, encontramos a faltar en los libros de algunas religiones, pero, que es la que vale de verdad.
Esta exposición de Nueva York constituye un refrendo a su trayectoria, en el sentido de apoyar con el evento en sí una creación en línea con la física cuántica, con los prolegómenos de la nueva geometría, que no renuncia a la espiritualidad, pero que, abandona los aspectos utópicos, potenciando de manera clara la armonía entre ciencia, tecnología y arte.
La creadora castellana, consciente de que todo lo que es comprobable es verdad, apoya los procedimientos de la ciencia para demostrar lo que se puede experimentar; de la misma manera que se apoya en la espiritualidad, en los conocimientos de lo etérico, astral, cuerpo de luz, los siete principios herméticos, por que en la oración, el esoterismo y la magia blanca están algunos de los caminos más importantes de conexión con el todo.
Su principal idea se basa en desnudarse totalmente, permitiendo que el alma sea quien hable, despojarse de formalismos, dejando atrás viejos pensamientos ya caducos, ideas que estaban anquilosadas a un pasado que tuvo vigencia en su momento. En esta exposición hay una potenciación de las formas más vanguardistas, exhibiendo una clara depuración de la mismas, comprometiéndose con la elegancia del color, formas que recuerdan el emblema estructural que define a la ciudad de Nueva York en todo el mundo, que es su multiformismo aerodinámico, además de su disposición a ser líder en ideas, exhibiendo una arquitectura vertical, poderosa que mira al cielo, intentándolo tocar, confundiéndose con las nubes, al paso de legiones de ángeles, que no se dejan arrastrar por la tentación de la materia. Se trata de edificios que se transforman en maneras de entender la realidad desde la perspectiva de seres inmersos en la tierra. Pero las formas de Francisca viajan más allá, no se concentran en nuestro planeta, aunque dialogan con él, se encuentran suspendidas en el espacio, flotando en otras dimensiones, dado que la energía las conduce de manera determinante hacia nuevas perspectivas.
En ocasiones sus formas son geometría pura, en otras son objetos extraños, que forman parte del laberinto de proposiciones de sus ideas para ir más allá de la fantasía convencional.
Sus objetos tienen aura, son cilindros de luz blanca, estilizados, como cilindros con filtro mágico, que se iluminan con las acciones positivas.
Hay naves transparentes, triángulos que reverberan, cápsulas espaciales poliformales de aspecto extraordinario, planetas con sus anillos, espacios constituidos basándose en cuadrados de colores, como cuando se ilumina la ciudad de los rascacielos de noche.
Existe el principio de la causalidad por que los efectos que logramos son debidos a acciones llevadas a cabo en primer término.
Antes, el mundo avanzaba con lentitud, había una concepción estática de las cosas, de ahí que las energías actuasen de manera discreta en la evolución de la materia, en el cambio de faz de la propia existencia planetaria. ¿O era acaso un efecto localizado en el planeta tierra debido a los tempos llevados a cabo por los inventos de los humanos? Mientras, el universo galáctico iba a su ritmo, recordando los centenares de miles, los millones de cambios producidos en la inmensidad planetaria de las infinitas galaxias, efectuados a ritmos impensables. El sol iluminaba la tierra y la luna era atraída, pero... también la energía transformaba a la materia.
De una concepción centrípeta del mundo Francisca Blázquez pasa, a través de su obra, a una creación basada en ser uno con el cosmos, dejando fluir el subconsciente, mediante escritura plástica automática, revelar, utilizando imágenes, las fuentes primigenias de su inspiración. De ahí que su nueva geometría sea la antesala que nos abre la puerta dimensional de una concepción más interior e integra de la existencia.
La forma geométrica nutre las estructuras de las moléculas, átomos, partículas y sub partículas atómicas; también forma parte del paisaje, de los animales, personas, minerales, tierra, piedras, materiales artificiales creados por el ser humano y demás componentes.
La geometría es la apariencia exterior, la cápsula que permite identificar lo que conocemos... Aunque, es algo más, porque posee carácter mágico.
Realmente la geometría es misteriosa porque forma parte de todo, parece el todo, dado que es la esencia de las partículas analizadas por la ciencia, nutre los principales símbolos del esoterismo, magia, masonería, espiritualidad y religiones existentes.
Se trata de una llave que abre nuevas perspectivas y que la artista nacida en la capital de España sabe convertir en maestra. Porque, lejos de reproducir núcleos formales exactos ya existentes, se adentra en los marasmos de la libertad geométrica, optando por formas inventadas, espectaculares, concebidas con precisión, con rigor matemático, pero que, sin embargo, son presentadas con absoluta naturalidad, como si acabaran de salir del mundo de los sueños. Aunque podemos ver obras geométricas más incisivas, directas y agresivas, en general, la creación de Francisca es sublime, porque se adentra en los vericuetos de la esencia lumínica, destacando por su calidez, o bien por su capacidad de transmitir iluminación sanadora a quien las observa. De hecho provocan y motivan determinados estados de ánimo, logran que el espectador no se quede indiferente, generándole sensaciones de alegría, éxtasis místicos, serenidad contemplativa o bien expresiones de gran placidez espiritual. Y todo ello sin renunciar a su compromiso más actual, imbuida con el conocimiento tecnológico y científico, que le permite introducirse con mayor capacidad en la espiritualidad.
Es consciente de la existencia de la Gran Invocación, de la constatación de formas procedentes de todos los mundos existentes, acompañadas de haces de luz que canalizan el éxtasis humano de la meditación, concentrándola hacia objetivos espirituales.
La existencia constituye una conjunción de energías que influyen de forma más o menos directa o indirecta. La energía existe en el plano de la materia o bien para transportarnos a otros planos más elevados, pero, también, es verdad que, con la ausencia de actividad energética, es decir con la meditación profunda, podemos alcanzar las metas más espirituales, conectándonos de manera lumínica con la gran energía, que está en el espacio, que no es soporte, sino que aglutina todo lo creado.
La autora plástica, con sus formas y transformaciones energéticas, avanza cual peregrina de hoy con la pléyade de destellos del Dimensionalismo que no son otra cosa que destellos de la materia que han superado sus limitaciones y que van hacia metas nuevas para, con su ayuda, conseguir verse a sí misma en el más allá, desde el aquí, comunicando con la geometría del Todo.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
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